20 November, 2006

Si alguien me hubiera hablado de Clitoris y Testiculos hubiera creído sin dudarlo que se trataba de dos geniecillos de orejas puntiagudas de cualquier cuento. Yo sabía que las señoras tenían tetas y que los señores hacían pipí de pie, y que eso debía ser divertidisimo. Tenía algo de experiencia en el comercio sexual, en el patio, las niñas, cuadritos rosas y blancos, y los niños, rayitas azules y blancas, nos enseñábamos el culo a cambio de una canica o un cromo de Heidi. Aquel año me sentaba en una mesa roja con forma de triángulo y con un pote de plastidecor en el medio. Me sentaba con Ferran el Terrible y su secuaz, David E. Ellos ya habían cumplido 5 , y a mi aún, me faltaban unos meses. Eran más grandes y tenían hermanos mayores.
Yo era una niñita de gafas atadas y parche en el ojo izquierdo. Era la victima ideal. Me tenían atormentada. Me pegaban en el patio y no me dejaban jugar. Se copiaban mis dibujos. Y lo peor de todo eran sus crueles amenzas, la más temible: que cuando fueran mayores me iban a violar.
Yo me moría de miedo pero me daba vergüenza decirselo a nadie. Apenas sabía que querían decir. Solo era capaz de deducir que solo se violaba a señoras mayores y que era muy malo, casi más que matar. Ellos notaron, claro está, que aquella era su mejor amenaza. Para mi, la diferencia entre una nila y una mujer eran las tetas, y por tanto ya que solo podían violarme cuando fueran mayores , aquello debía querer decir que me cortarían las tetas tan pronto como aparecieran. Tan veraces eran sus amenazas, que un día me armé de valor y, entre lágrimas, decidí chivarme a la Seño.
La seño, una centenaria solterona que nos hacía decir Bonjour y Merci “bucup”, me miró fijamente “y a ti ¿qué te pasa?” “Que el Ferrán y el David E, dicen que cuando sean grandes me cortaran las tetas...” La seño me cogió, me puso en sus regazo, me levanto la bata, me levanto la falda, me bajó las bragas y me pegó un par de cachetes en el culo desnudo, creo que por haber dicho “tetas”.
Volví a mi sitio llorando y sorbiendo mocos desconsoladamente incapaz de entender nada y nunca se lo dije a nadie más. De haber conocido las teorias de Freud seguramente hubiera desarrollado algún tipo de trauma sexual que hoy trataría de solucionar con un psicoanalista argentino, pero simplemente aprendí a solucionar yo misma mis problemas, sobretodo tratandose de hombres y de señus.
Los dos se fueron del cole, uno en tercero y el otro en septimo. Ya no se metían conmigo. Ya deben ser mayores, afortunadamente no se nada de ellos de hace años y utilizo una 90

1 comment:

Anonymous said...

Recuerdo un viaje de infancia en uno de los autobuses de la línea 54. Yo iba sentado solo detrás de mis dos hermanas cuando en una parada se subió un hombre que se sentó a mi lado. El autobús estaba completamente vacío por lo cual me extraño que se sentara a mi lado. Pensé, !será jili! mientras me dedicaba a ver pasar los árboles rápidamente por la ventanilla. Durante el trayecto varias veces noté en mi pierna izquierda un contacto que yo suponía de su pierna derecha. Vestía yo un pantalón corto de deporte por lo cual creia estar más propenso a notar los pequeños roces que los ajetreados autobuses suelen propinar. Casi llegando a mi parada me dió por volver la vista y mirar hacia el señor; !no me lo podía creer! Tenía su mano posada en mi muslo! Me levanté de golpe, le dí un pisotón y de hijo puta hacia arriba.

Nunca más he vestido pantaloncitos cortos.

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